Estudios recientes señalan que poseemos al menos catorces sentidos y ocho inteligencias. La naturaleza te expone, te hace sentir vulnerable y despierta cada sentido, tu parte animal. La conciencia del entorno se multiplica, te obliga a conocerlo y respetarlo. Y aprecias la biodiversidad. Esa postura afecta a todo, al arte también. Hasta hace unos años, la aspiración era ser diferente pero hoy ya abundan los que prefieren la diversidad y el eclecticismo. Entendiendo que tú eres muchos (Pessoa), que contienes multitudes (Whitman), es más fácil dialogar con cualquiera. Y lo mismo ocurre con el arte. ¿Por qué mantenerte en una etiqueta cuando te puedes expandir? Creo que vuelve a ser hora de reivindicar la figura del artista. Del artista total. Decir artista sin complejos. Arte y naturaleza llevan demasiados años marginados. Hay un menosprecio popular por los poetas y los pastores cuando resulta que en ellos sigue latiendo el futuro.